martes, 14 de agosto de 2012

SYNECDOCHE NEW YORK







AÑO: 2008


PAÍS: EEUU


DURACIÓN: 120 minutos


DIRECTOR: Charlie Kaufman


GUIÓN: Charlie Kaufman


MÚSICA: Jon Brion


FOTOGRAFÍA: Frederick Elmes



 REPARTO: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Michelle Williams, Dianne Wiest, Emily Watson, Samantha Morton, Hope Davis, Jennifer Jason Leigh, Rebecca Merle, Barbara Haas, Tim Guinee.



GÉNEROComedia, drama


ÁMBITO DE DISTRIBUCIÓN: Cine independiente


NOTA: 8/10


ARGUMENTO: Un neurótico  director de teatro que  es abandonado por su esposa y su hija, decide construir dentro de  una enorme nave  un escenario a tamaño real de la ciudad de Nueva York con el fin de representar su propia vida.


CRÍTICA Y ANÁLISIS: Impresionante ópera prima del genial guionista Charlie Kaufman (Olvídate de mí, Cómo ser John Malkovich, Adaptation),  en donde  lleva sus particulares obsesiones existencialistas al límite poniendo   a prueba, en ocasiones,  la paciencia del espectador, pues  no es una película de fácil digestión debido su  ritmo  lento y pausado  que puede hacer que algunos determinados momentos resulten algo tediosos. No obstante es un bellísimo poema existencial sobre el paso del tiempo, las oportunidades perdidas, los sueños, las ilusiones, el miedo y la muerte.



Las interpretaciones de los actores son más que correctas, sobresaliendo unos inmensos Hoffman y  Morton que dotan  de credibilidad a una película cuyo argumento en un primer momento puede parecer un disparate y ofreciendo momentos bellos e inolvidables. La dirección y el montaje son correctos, aunque se echa en falta algo más de cohesión narrativa y un mayor pulso en el ritmo.  También es interesante mencionar la gran capacidad de la película para combinar el humor más disparatado con el drama más crudo y hasta con el surrealismo más absurdo como se puede ver  en algunas escenas realmente magistrales. Buena fotografía y una acertada banda sonora con algunos temas musicales correctamente escogidos.





Kaufman nos cuenta cómo un director teatral decepcionado de la vida y atormentado por sus terribles pensamientos sobre la muerte, decide construir un escenario a tamaño real de la ciudad de Nueva York dentro de un gran almacén para representar su propia vida en una magna obra cuyo público no es otro que nuestro  protagonista que busca evocar sus propios recuerdos a través  de pequeñas representaciones realizadas por  actores que lo interpretan a él,  así cómo las de los  numerosos extras que interpretan  otras vidas, particularidad que representará la propia sinécdoque.


La película que  arranca de una forma más o menos lineal, se va tornando cada vez más extraña cuyo límite entre realidad y ficción se va volviendo cada vez más difuso a medida que avanza el metraje. Así la vida del protagonista nos es mostrada a través de pequeños momentos clave  en los que podemos ver como las circunstancias de la vida  van transformándose en  decepciones en su mente, lo que le llevará a actuar de un modo radical en la búsqueda de esos recuerdos que completen el significado de su propia existencia. Dichos momentos son contados de forma abrupta sin revelar absolutamente nada sobre el paso del tiempo, por lo que la linealidad narrativa queda completamente olvidada. Sólo sabemos que van transcurriendo los años porque vemos envejecer paulatinamente a los personajes, pero no hay una cohesión que nos sitúe su vida en épocas concretas.



Vida y obra, realidad y ficción, actores que interpretan a los protagonistas, y  actores que interpretan a los actores que interpretan a los protagonistas, van conformando un entramado complejo sobre el que se deja sentir el peso de los años, de las decepciones y los engaños de un futuro convertido en un pasado agónico y confuso que sólo nos deja un camino que seguir hacia la muerte, propia sinécdoque de la vida misma que colapsa tiempo y espacio en un todo. Muy buena.


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